En pocas palabras...

martes, junio 20, 2006

Que siga la fiesta!!!

Después del partido contra Ucrania éramos altos, guapos y jóvenes, gente bronceada con talento y con suerte, ese tipo de personas que si no eres tú mismo inspiran la desconfianza de quien lo tuvo todo demasiado fácil, un gol pronto, un penalti que no fue y una expulsión de propina. Antes o después había que enfrentarse a esos bofetones que te da la vida y que te convierten las Rayban en gafas de ciego. Y fue ayer. Túnez marcó a los ocho minutos en una jugada que resultó un compendio de mala fortuna, un despeje nuestro que se convirtió en pase, un resbalón de Puyol y luego el caracoleo en el área del mejor tunecino sobre el campo, Jaziri, que salió del atolladero con un daga, la que nos clavó Mnari hasta que la hincó hasta el puño.

Entonces, los que sospechan sospecharon. España quedó algo aturdida, y cuando digo España (que se puede) digo el país entero y su sucursal en Alemania. Ya no éramos tan guapos y parecíamos sin embargo muchísimo más jóvenes, algo desamparados. La verdad es que nos hace falta poco para intuir el mal fario de accidentes pasados y hacer recuento de las cicatrices que nos cosen.

Si mantuvimos los fantasmas a raya fue porque la Selección no tardó mucho en levantarse, en recuperar el tono, en tocar la pelota, en dejar hablar a Xavi. Sabemos jugar, eso nadie lo duda, pero sólo faltaba por saber si también sabíamos sufrir. Así que nos pusimos a ello con todo el empeño posible. El equipo se reordenó y el balón circuló como debe y llegado el momento se abrió a la banda, generalmente la de Sergio Ramos, sólo en eso fuimos demasiado previsibles. Cabeceamos fuera por poco y por mucho, chutamos a granel y con los pelos que nos faltaron para marcar se podría hacer una melena exuberante. Villa estaba eléctrico y Torres peleón. Pero el gol no llegaba y la primera parte se nos escapó sin entenderlo muy bien.

En situaciones así el reloj es un enemigo rácano y mezquino, ya que existe la seguridad de que la victoria es únicamente una cuestión de tiempo y ante esa certeza existencial 90 minutos son una miseria desesperante. Luis sustituyó en el descanso a Senna y Luis García por Cesc y Raúl. El brasileño andaba tristón y el mediapunta alternaba fallos y taconazos, algo que incidía en nuestra ya desbordante ansiedad. Al efecto reactivante de los cambios se unió que Pernía, burlado por su par en la primera parte, se atrevió a subir. Y eso nos hizo llegar con peligro, porque nos añade un cañón. Cesc conectó con Xavi, el balón se movió rápido y el juego se llenó de paredes y desbordes. También mejoró Xabi Alonso, que ejerce de hermano mayor y se agradece (fue elegido el mejor del partido por la FIFA).

En ese ambiente, el corazón de Raúl es una espuela de diez puntas en la tripa de un purasangre. Porque Raúl salió en el estado de excitación y enfado ideales, odiando a los que dudan, hambriento de goles y reconocimiento, justo como aquel chico que se presentó ante el mundo hace diez años. Por eso su gol fue uno de aquellos que burlan la lógica de los adultos, de los burgueses, un balón complicado, un gigante sobre el hombro y su pierna de chicle que alcanza a rematar lo imposible. Después de un asedio asfixiante e incansable España conseguía el empate, que era la victoria. Joaquín, que acababa de entrar y Cesc, que forzó el despeje del portero, tuvieron mucho que ver en el tanto.

Confianza. El gol que nos puso por delante nos confirmó que Cesc debe ser titular. Su pase coincidió con el desmarque de Torres en el punto adecuado en la décima precisa, y El Niño, que fue un galgo domando una liebre, marcó como los grandes, porque lo es. Naturalmente, reanudamos la fiesta y fuimos todavía más altos y más guapos cuando el árbitro señaló penati por derribo de Torres y más aún cuando el chico lo transformó. En su caso los goles, tres, son vidas, confianza, espinacas. ¡Y ya es máximo goleador del torneo!

Hubo tiempo para escuchar olés, para sufrir otro poquito más y, sobre todo, para sentirnos vivos y enteros, porque hemos superado una tormenta y vendrán otras para las que estamos más preparados. España ya está clasificada para octavos como primera de grupo. Y ya lo hemos probado todo, la suerte y el infortunio. Ahora que pasen los dragones, que nos calentaremos los pies.

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